miércoles, 17 de junio de 2009

IN THE SPOTLIGHT: Detrás de la máscara, El Fantasma de la Opera


¿Quién es el Fantasma de la Opera? Sin dudas todos lo hemos escuchado nombrar más de una vez, el nombre resuena en nosotros junto a esos personajes de cuentos que animaron nuestra infancia. Gran parte de las personas parece relacionar al Fantasma con una criatura sobrenatural, muy tenebrosa, malévola y perversa. Pero el Fantasma de la Opera no es solamente un nombre, una leyenda inexplicada sin autor ni historia, y no es únicamente un musical multipremiado, sino que tiene toda una vida que se remonta al siglo XIX y que ha persistido hasta hoy gracias a diversas producciones artísticas que han tomado a la figura del Fantasma como protagonista.

Su historia de vida

El personaje del Fantasma nació de la pluma del novelista francés Gastón Leroux en el año 1910, cuando éste publicó la novela gótica: “El Fantasma de la Opera.” El Fantasma, de nombre Eric, fue según Leroux una persona de carne y hueso que habitaba los subsuelos de la Opera de París en el 1800. Primera enmienda a la creencia común acerca de este personaje: no se trató nunca de un ser sobrenatural, de un espíritu insustancial; se trata de un ser humano con características extraordinarias, pero al fin y al cabo una persona más como todos nosotros.

Según cuenta su historia, Eric residía en los terrenos subterráneos de la Opera de París donde había edificado su laberinto secreto atravesando el lago subterráneo que allí se encuentra. Se escondía en los subsuelos sin atreverse a salir al mundo, avergonzado de su rostro deforme de nacimiento que ocultaba detrás de una máscara blanca. De niño su imperfección había ocasionado el rechazo de sus padres, por lo que migró de su hogar y viajó con los gitanos, con quienes aprendió de música y arquitectura, hasta convertirse en un prodigio creativo y un genio intelectual. Fue tratado como un fenómeno por su fealdad, en las ferias se lo exponía en contra de su voluntad como el cadáver humano, y se exhibía su fealdad como un espectáculo atemorizante. Al emigrar a la Opera de París, Eric disfrutaba de las obras musicales e interfería con el mal gusto de los gerentes desde su cueva subterránea, siempre ocultando su rostro que el mundo le había enseñado a odiar.

El Fantasma musical

El famoso musical de Andrew Lloyd Webber, The Phantom of the Opera (1986) recientemente estrenado en Buenos Aires, desarrolla el lado más romántico del libro de Leroux. Exhibe un Fantasma completamente obsesionado con Christine Daee, una bailarina de ballet del teatro parisino. El musical muestra cómo Eric toma a la ballerina como su discípula y le enseña el arte del canto, la entrena para que maneje el don de la música a la perfección, y hace todo lo humana e inhumanamente posible para que llegue a ser la Primma Donna, la gran protagonista de las operas. Puede entenderse que el Fantasma ve en Christine su oportunidad de destacarse públicamente, de demostrar sus talentos a través de ella, de obtener reconocimiento sin la necesidad de exponer el rostro que tanto rechazo generaba.

El lado oscuro del Fantasma sale a la luz cuando luego de mostrarse a Christine y abrirse por completo con ella, luego de enamorarse y creer haber encontrado a alguien quien no sienta repulsión por él, ella se enamora de otro y no retribuye su afección. Este nuevo rechazo desata una ira descomunal en él, llevándolo a realizar actos de destrucción y hasta a asesinar para que sus obstinados planes salgan tal como él quiere.

Sus dos caras

Sí, hay una parte sombría del Fantasma de la Opera, su lado defectuoso de asesino, obsesivo y violento, pero no debe verse solamente la porción deforme del rostro de Eric. Hay en él también un ser humano herido, avergonzado y un potencial creativo que no encuentra cómo ser explorado; una necesidad de ser amado y aceptado.
Si uno desea ir a ver este famoso musical creyendo que su protagonista es tan solo una bestia sin sentimientos, un autómata asesino, que así sea. Pero para un disfrute total es necesario ver las dos caras del Fantasma y conocer que no es solamente una criatura malévola, sino que existe una larga historia de vida detrás de su máscara que lo lleva a convertirse en el temido Fantasma de la Opera.

Durante el segundo acto del musical, Christine canta preguntándose: “Ángel o padre? Amigo o fantasma?”. Pregunta que nunca responde, pero que ahora, conociendo la historia del Phantom, cada uno puede responder por sí mismo. ¿Fantasma o Eric? ¿Bestia o ser humano?



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jueves, 11 de junio de 2009

IN THE SPOTLIGHT: Desafiando la gravedad


El mago de Oz (1939) es un ícono de la cultura popular del siglo XX, un orgullo para la filmografía americana y una joya del cine musical de todos los tiempos. Palabras grandes, sí, pero para una obra de las grandes. Una de esas películas que pertenecen, como bien señala el canal TCM, “al cine que ya tendrías que haber visto.” Esta cinta de Victor Fleming forma parte del patrimonio de los Estados Unidos y parece correr por las venas de ese país. En el resto del mundo “The Wizard of Oz” sigue atrayendo a las nuevas generaciones de chicos tanto como a sus padres y abuelos.

Dorothy, el León, el Hombre de Lata, el Espantapájaros, la Bruja Mala, el Mago, todas figuras legendarias de las que se cree conocer todo. Personajes bastante simples, creados para niños, y una historia con principio, nudo y desenlace fáciles de comprender. O por lo menos eso creen...

Del otro lado del arco iris, y más allá...

Cuando el éxito de una película se dilata tanto, se seguirá exprimiéndola mientras siga siendo redituable. Se harán precuelas, secuelas, ediciones especiales que muchas veces, y como ya ha ocurrido en muchos otros casos, distorsionan el alma de la película. El caso de El Mago de Oz no fue la excepción y en 1995 Gregory Maguire publicó su libro: “Wicked: Memorias de una Bruja Mala”. Al compositor ganador del Oscar Stephen Schwartz le llegó una copia y en una lectura rápida se dio cuenta que la obra tenía vida, pedía bailar y cantar. Se concibió así el musical “Wicked: la historia no contada sobre las brujas de Oz” estrenado en Broadway en el 2003.

Wicked fue el musical más visto en el año de su estreno y desde ese entonces se ha convertido en uno de los más exitosos de Broadway y del West End (donde se estrenó en el 2006). Los catorce millones de dólares invertidos en esta producción se hacen notar en las escenografías que recrean a la perfección esa tierra “del otro lado del arco iris” sobre la que cantaba Judy Garland, hasta permite que los personajes desafíen la gravedad volando en pleno escenario.

Wicked no deforma ni desdibuja la esencia de El Mago de Oz, sino que la enriquece. Narra la juventud y el desarrollo de las dos grandes Brujas de Oz: Glinda, la Buena y Elphaba, la Malvada Bruja del Oeste de piel verde que atormentaba a Dorothy en la película. El musical se adentra en cada uno de estos personajes, les da una historia mucho más cargada, una personalidad definida y un backround más amplio que el de la película de 1939. Además de contar las historias de vida de las brujas y su compleja relación, basa su argumento en eventos que ocurrieron en forma paralela a los hechos de El Mago de Oz, por lo que nos abre los ojos y nos permite tener una mirada exclusiva al “detrás de escena” de lo que realmente estaba ocurriendo, dándole un inteligente giro de 180 grados a la historia de cada uno de los personajes que tan bien creíamos conocer.

La partitura musical de Wicked acompaña a la trama y a la escenografía con melodías cargadas de energía, potencia y ese ingrediente de magia que transporta a los espectadores desde la butaca directo hacia Oz. Canciones como “Defying Gravity”, “The Wizard and I” o “For Good” se compran a la audiencia y ponen al musical a la altura de los "grandes" de Broadway. Las letras y la música cuentan muy bien la historia, la hacen avanzar en forma muy interesante con un excelente desarrollo de personajes y revelaciones muy ingeniosas sobre los legendarios habitantes de este mundo paralelo.

No hay lugar como el hogar

Es entendible que Wicked haya pegado fuerte en Estados Unidos donde El Mago de Oz es un icono nacional y no hay alma que no haya visto la película. Ha habido puestas en Alemania, Australia, Londres, entre otros países. La pregunta sería si el camino de ladrillos amarillos guiara algún día a este musical hacia nuestro país… ¿Pegaría igual de fuerte? Esto es dudoso considerando que la película de Judy Garland no representa tanto para nosotros, y parece obvio que para Wicked “no hay lugar como el hogar”. Sin embargo, con el mundo de la comedia musical prosperando en nuestro suelo, un público mucho más abierto a proyectos nuevos y cada vez más productores al acecho, nunca se sabe.

Ya ha habido producciones independientes de Wicked en Argentina, una de ellas en el año 2007 por una compañía de teatro musical del colegio Corazón de María. Se trató de una adaptación en español completamente a pulmón que no se quedó atrás ni en ganas ni en talento joven. Una muy buena puesta con artistas como la adolescente Emilia Montes, quien se puso en la piel verde de la Bruja Mala y alcanzó notas difíciles hasta para los profesionales de Broadway.

El año pasado la obra musical adaptada de “El Mago de Oz” se estrenó en Buenos Aires de la mano de Valeria Ambrosio. Quién sabe si el camino de ladrillos no trae a Wicked a teñir la avenida Corrientes de verde un día de estos…







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miércoles, 3 de junio de 2009

IN THE SPOTLIGHT: El señor de los anillos, el musical


El título de esta nota ya habla por sí solo, y sin necesitar ningún juego de palabras ni sentido metafórico ocasiona una serie de sentimientos e imágenes descolocadas: ¿Frodo y Sam cantando? ¿Gollum haciendo tap? ¿El ojo de Saurón emitiendo música? Parecen en un primer momento ideas ridículas, tanto como pensar en el Che bailoteando jazz.

Ya sea por haber leído la conocida trilogía de J.R.R Tolkien, “El señor de los anillos” (1954-55), o más probablemente, por haber visto la saga fílmica de Peter Jackson (2001-2003), el común de la gente ya posee una idea formada acerca de la historia de la Tierra Media y de sus variados protagonistas: Aragorn es el hombre valiente heredero al trono que lucha por el honor de su pueblo, Frodo es el pequeño hobbit cuyo destino lo obliga a sacrificarlo todo para salvar su mundo, Saurón es la fuente de todo mal, etc. Las películas arrasaron en todo el planeta, se quedaron con más de una decena de Oscars y fueron un fenómeno a nivel mundial.

Una historia rica, creativa, personajes bien logrados y definidos, y un éxito arrollador. Una fórmula tentadora para cualquier productor musical buscando invertir su capital en una obra nueva. Así fue como en el 2007 el director y guionista británico Matthew Warchus se aventuró y junto con Kevin Wallace produjeron la obra más cara jamás realizada en el West End, con un presupuesto superior a los veinticinco millones de dólares y un elenco de más de cincuenta artistas en escena: El señor de los anillos: el musical.

La obra contó en sus primeras funciones con artistas de la talla de Laura Michelle Kelly (la Mary Poppins original del West End) en el rol de Galadriel, y James Loye como Frodo. Esta puesta tenía un despliegue escenográfico sin precedentes, con decorados de la Tierra Media que extienden sus bosques hasta la platea, una araña gigantesca, una rueda giratoria que abarca todo el escenario y también efectos especiales en escena como la desaparición de Frodo al ponerse el anillo, por citar solamente algunos ejemplos. Basta decir que los casi treinta millones de dólares fueron muy bien invertidos en la presentación de la obra.

Sin embargo, donde El señor de los anillos: el musical recibió duras críticas por parte de la prensa británica fue en la adaptación de su guión. Más de mil quinientas páginas debieron ser adecuadas a una obra de tres horas, por lo que la historia debió ser condensada. Este factor le quitó tiempo al desarrollo de los personajes, que además son numerosos, y ocasionó saltos bruscos en la trama, sin dejar que las personalidades y motivaciones de cada uno de los protagonistas se asienten y muevan la historia. El despliegue escenográfico y visual parece vencer al desarrollo argumental en la puesta de Warchus.

El disco con la banda de sonido y canciones del musical fue muy bien recibido entre el público británico y también la obra tuvo sus meses de mucha popularidad. Sin embargo, la intensa competencia de obras contemporáneas como Wicked o Evita hicieron que en menos tiempo que el esperado los hobbits cantantes bajaran de cartel el diecinueve de julio del 2008. La productora tiene proyectos de traducción del musical para diversos países y un tour por Europa en el próximo año.

Los fanáticos conservadores de la obra de Tolkien pensarán como ridícula esta adaptación, como una aberración que solamente distorsiona y se burla de legendarios personajes de la literatura. Nuevamente considero que hay formas y formas de contar la historia, y que argumentos ricos como el de El Señor de los Anillos pueden ser contados de diversas maneras, aún a través de baile, música y canciones que le aportan algo nuevo y original. Un nuevo matiz para la trama y los protagonistas.

Y a nosotros, tan acostumbrados a ver al Che cantando y a Evita meneando en musicales, ¿Nos resultaría shockeante ver a Galdalf bailando zapateo americano con su vara? Habrá que esperar y ver si este musical toca suelo argentino algún día…





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sábado, 23 de mayo de 2009

IN THE SPOTLIGHT: Elena Roger, la abanderada de los musicales




La comedia musical es un ámbito complicado a nivel de la formación profesional, ya que exige excelencia en canto, baile y también en actuación. Un trío de talentos a dominar bastante difícil, y más aún en forma simultánea. Cuando un artista de musicales aparte de destacarse en las tres áreas comienza a explorar nuevos suelos, como el de producción o guión, cuando se anima a estrenar obras de su autoría, recibe un mérito aún mayor. ¿Y si además consigue el rol principal en una obra de Andrew Lloyd Webber en el West End londinense?

A esto aspiran miles de jóvenes talentos locales que se aventuran en el mundo de la comedia musical, y la argentina Elena Roger les demostró que tan descabellado sueño es más que posible.

De Evita a Edith Piaf

Elena Roger ha recorrido un largo camino desde la “Pequeña Chica Boba” que interpretaba en “La Bella y la Bestia” (1998). Con su metro y medio se calzó los zapatos de roles enormes como Fantine en “Los Miserables” (1999), o Annette en “Fiebre de Sábado por la noche” (2000). Pero no se quedó ahí, aprendió italiano para interpretar los inmortales temas de Mina Mazzini en la comedia: “Mina…che cosa sei?” (2003) que además escribió junto a Valeria Ambrosio.

Casi sin poder creerlo en el 2006 Elena dejó Barracas y se mudó a Londres para interpretar a Eva Perón en el regreso de “Evita” al West End, nada menos que de la mano de Andrew Lloyd Webber. De nuevo a aprender un nuevo idioma. Pagó derecho de piso para luego adentrarse en el mundo teatral inglés: pegó fuerte como azafata en la obra “Boeing Boeing” y, para no perder la costumbre, aprendió canciones en otro nuevo idioma, el francés, para interpretar a Edith Piaf en la puesta de Pam Gems, “Piaf”.

El Oscar de los musicales

Tres años, tres obras y tres nuevos idiomas después, llegó la frutilla del postre. Además de una trayectoria más que envidiable, alcanzó un remate inesperado: el reconocido premio inglés Lawrence Olivier cayó en sus manos este año por su labor como “el gorrión de París”. Simplemente presentando los hechos, enumerando sus logros sin agregar ningún tipo de adornos ya se está halagando a Elena aunque no se quiera.

De Corrientes al West End, y de regreso

El mundo de la comedia musical no se vive en Argentina como el del fútbol, pero si así fuera esta destacada artista sería un icono nacional. En el universo del musical su nombre es sinónimo de talento y éxito asegurados. No es raro entonces que Adrián Suar la haya convocado para la versión en Argentina del musical “Piaf”, a estrenarse en Julio. Las audiciones ya abrieron para los roles restantes y el regreso de la hija preferida del teatro musical a su país de origen ya está confirmado.

De la Avenida Corrientes al West End y de regreso, Elena Roger trae consigo logros profesionales acumulados en tan sólo tres años que algunos artistas pasan toda su vida tratando de conseguir.Transporta además un bagaje de nuevos conocimientos en el campo del teatro musical, técnicas e ideas del otro lado del mundo para enriquecer los escenarios locales.

Elena no es solamente una buena cantante con un poco de suerte, pues fue ascendiendo a base de trabajo duro e iniciativa, y ahora va por más. “Piaf” se estrena en el teatro Liceo a mediados de Julio, y estaremos a una entrada de distancia de apreciar el talento de esta artista por nosotros mismos. Nunca la letra de la famosa canción de Evita tuvo tanta relevancia:

“Ya verás que impresiono a la ciudad(…) Al fin, Buenos Aires, tú y yo estamos listos para darle a la función. Alza ya el telón!”







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domingo, 10 de mayo de 2009

IN THE SPOTLIGHT: La historia musical

Muchas son las críticas hacia las comedias musicales que tratan con temas y personajes históricos. Puede ser que ver a Perón cantando rock o al Che bailando danzas contemporáneas le choquen a cualquiera al principio, pero hay que tener siempre en mente que son sólo formas de contar la historia.

Detrás de proyectos como éstos, hay un equipo creativo inmenso que invierte años en investigación detallada acerca de los momentos históricos tratados. Ponen en escena su visión, su mirada sobre los hechos, y dejan la posibilidad al espectador de sacar sus propias conclusiones y hacer sus propias interpretaciones. En ningún momento dicen que lo que muestra la obra es palabra santa, sino que tienen un argumento que es un cóctail entre hechos y personajes reales, y también acontecimientos y personajes completamente ficticios que le dan un giro interesante a la trama.
Dos ejemplos muy actuales que toman personajes argentinos como eje son “Evita” y “Che: el musical argentino”.

“Evita” es otra de las tantas obras con las que Andrew Lloyd Webber, el Sir de los musicales londinenses, pegó fuerte en 1978. Leyendas de la talla de Elaine Paige y Patti Lupone se pusieron en la piel de Eva en esta puesta.

En el ´96 se estrenó la versión fílmica protagonizada por Madonna, y en los cines argentinos no faltaron los disturbios. Partidarios peronistas vaciaban salas enteras con gases lacrimógenos, se manifestaban con cánticos contra el director, repartían libros titulados “Esto es Argentina: su verdadera historia”. Querían desmentir lo que la película mostraba.

Pero “Evita” no es un libro de Felipe Pigna, ni tampoco pretende ser un manual escolar que enseñe cómo ocurrió la historia. No denuncia ni impone nada. Lloyd Webber y Rice encontraron la personalidad de Eva Perón tan atrapante, que decidieron escribir un musical entero sobre ella. Pero la obra se adentra en la esencia de Eva Perón como personaje, sus miedos, sus esperanzas, sus convicciones, y toma el paisaje de la historia argentina como un simple telón de fondo. El musical se inspira en la vida y en los actos de la ex Primera Dama, pero no reproduce exactamente cómo ocurrieron, sino que expone una interpretación, una historia recreada. También incluye elementos ficticios y novelescos, con el fin de lograr una trama más atractiva e interesante para el espectador.

Hay similitudes y hay diferencias. Hay una Evita lejos de la perfección, pues un personaje perfecto no es atractivo para el público y no puede liderar un musical entero. Lo seductor está en sus fallas, en los obstáculos en el camino de la protagonista y de cómo se las ingenia para superarlos. A algunos puede incomodarles esta imagen de una Eva Perón más humana, más vulnerable, de esta mujer detrás del mito, pero no es otra cosa que un retrato artístico y subjetivo de un personaje histórico. Este musical no busca adoctrinar sino entretener.

Según la página oficial de la producción original argentina
:“Che: el musical argentino”, recientemente estrenada en Ciudad Cultural Konex, la obra pretende permitir que “el gran público pueda acceder a los elementos para comprender y ¿por qué no? abrir su propio juicio acerca de este protagonista de la historia contemporánea en forma apasionante, accesible y amena, sin perder la profundidad psicológica que dimensiona su personalidad ni la compleja coyuntura histórica en la que transcurrió su vida.”

Se puede ir a ver estos musicales por muchas razones: para hacer una evaluación de sus aspectos técnicos, para escuchar buena música, para ver buenos actores, para contrastar nuestra propia visión con la del autor de las obras. También se puede ir a despertar nuestro interés por un período histórico, a entretenerse con una buena trama pensando que cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia, y la lista continúa. Las posibilidades son infinitas.

Siempre va a haber partidarios políticos que vean en estos musicales una amenaza, una falta de respeto. La clave está en abrir la cabeza, suspender el descreimiento, y vivir estas obras como una expresión artística con personajes interesantísimos y tramas atrapantes. No será la historia oficial, pero sí la historia musical.








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martes, 14 de abril de 2009

IN THE SPOTLIGHT: Hairspray

Hace más de veinte años John Walters estrenaba en Hollywood una película que desenmascaraba hilarantemente la realidad social de los Estados Unidos en los sesenta: Hairspray. En el 2002 Broadway la adaptó a la ya clásica comedia musical que se llevó nada menos que ocho premios Tony. Por suerte, Buenos Aires no tuvo que esperar dos décadas como en el caso del Fantasma de la Opera, y en el año 2008 de la mano de Enrique Pinti, Hairspray se instaló en la Avenida Corrientes.

En una movida comercial, Canal Trece sacó al aire el reality “Quién quiere ser la protagonista de Hairspray”, competencia de la cual resultó triunfadora Vanesa Butera, actual Tracy Turnblad, rol central de la obra junto a Enrique Pinti, quien interpreta a su madre. Además de las excelentes actuaciones e interpretaciones, la escenografía, maquillaje y vestuario ambientan al Astral con los peinados altos y vestidos a lunares, y hacen que el espíritu de los sesenta se apodere al teatro y de cada uno de los espectadores.

Más allá del talento artístico y los números de baile, esta comedia cuenta con un hilo argumentativo muy interesante. Si se logra mirar más de cerca, se descubre que la fibra de Hairspray reside en su visión crítica de la sociedad americana. Temas como el capitalismo, la sociedad de consumo y el racismo son pilares en esta obra que si bien entretiene, también denuncia en igual medida.

Tracy, el personaje principal, es en sí misma la anti-barbie, con una figura lejos de ser delgada, es dejada de lado por muchas de sus “perfectas” compañeras, que se hacen llamar “las chicas más bonitas” de ojos verdes, peinados impecables y cinturas inexistentes. Es a medida que la historia avanza que el verdadero mensaje se va desprendiendo de las letras pegadizas, que las apariencias no importan, o al mejor estilo del Principito, que “lo esencial es invisible a los ojos”.

La denuncia contra el racismo también se hace notar en este musical en varias de sus canciones, especialmente en “Sólo hay que luchar”. Si bien tiene relación con la historia norteamericana y es una crítica directa hacia la sociedad de los Estados Unidos, nadie es ajeno a problemas como la discriminación y la intolerancia, sobre todo no la Argentina. Esto hace que los temas abordados en Hairspray tengan tanta relevancia por este lado del mundo como en EEUU, convirtiéndolo en un musical actual con muchos elementos de la cultura nacional, la mayoría aportados por comentarios de Pinti.

Así que una comedia musical puede ser más que un par de locos bailando y cantándose entre ellos. Si bien la puesta en escena es muy buena, es decir si bien la cobertura es agradable a los ojos el relleno es mucho más rico. Es el mensaje detrás de los peinados altos y los pasos de baile lo que hace a este musical único, o, mejor dicho, es la mezcla entre todos sus componentes.

Hairspray se despide del Astral esta semana, aunque queramos que las obras duren años y años como en Broadway, lamentablemente acá el presupuesto no da y este musical ya sobrevivió bastante en cartel. Vale la pena apurarse en estos días, ir a reflexionar con su mensaje de fondo, a inspirarse y más que nada a pasarla bien, porque por mucha moraleja profunda que tenga si no satisface y entretiene al espectador una obra no vende. Pero Hairspray se vende sola. Así que, a mirar más de cerca, a pensar y a disfrutar con un musical ambientado en los sesenta pero más actual que nunca. Hay que animarse, “no podrán parar!”


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martes, 7 de abril de 2009

IN THE SPOTLIGHT: Exportando talento

Qué egoístas que podemos llegar a ser que nos sentimos traicionados cuando los grandes artistas nacionales van a destacarse afuera. ¿Es un error ir a demostrar de qué se está hecho al resto de los hemisferios? ¿Está mal llevar una muestra de talento argentino a otras culturas? ¿Es pecado ir a formarse al exterior con profesionales mundialmente reconocidos? No, no y no.

Es un honor que artistas de la comedia musical argentina tengan la oportunidad de aparecer en los programas de las más reconocidas puestas del mundo. Hacen figurar a nuestro país, se destacan y reciben “tips” de experimentados maestros como Andrew Lloyd Webber. Se enriquecen como profesionales y al regresar a casa aportan ideas frescas recién salidas de Broadway.

Cada vez más figuras nacionales revolucionan escenarios a nivel mundial. Prueba de ello es El Premio de Teatro “Lawrence Olivier”, el Oscar del teatro inglés, que cayó este último marzo nada menos que en manos de una argentina: Elena Roger se alzó con el premio a la labor femenina por su interpretación de Edith Piaf en el West End. Elena, una petisa de Barracas fue creciendo a pasos de gigante después de que Lloyd Webber la eligiera en el 2006 para interpretar a Evita en la famosa obra homónima que se presentó en Londres. Una buena noticia es que Roger está de nuevo con nosotros, preparando una adaptación de la obra por la cual fue premiada, sobre el “gorrión de París”, que se estrenará en el teatro Liceo en junio.

Otro caso similar es el de la soprano argentina Josefina Scaglione, quien pasó de Hairspray en Avenida Corrientes a debutar este año en Broadway en el protagónico de María de West Side Story. Scaglione, de tan sólo 21 años, se formó con artistas de la talla de Valeria Lynch, Julio Bocca y profesores del teatro Colón.

“Algún día” cantan los protagonistas mirando al futuro en el clásico de Bernstein. Si hablamos del florecimiento del musical en el país, algún día es hoy, y los argentinos ya se animan a brillar en el exterior, el país sigue emanando cada vez más musicales de lujo y exportando talentos.

Ejemplos como los de Roger y Scaglione incentivan a los que se empiezan a formar desde abajo, a los nuevos aspirantes que antes pensaban que Broadway era tan sólo un mito inalcanzable. Como nos cantaba Elena en Evita, cuando uno tiene ese “pequeño toque de calidad de estrella”, el cielo es el límite.


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